Celia Lora, foto: Clasos
Celia Lora, hija del exitoso representante del grupo El Tri, se encuentra inmersa en un caso de homicidio imprudencial. Desde el pasado siete de mayo vive un proceso judicial en su contra. La familia del occiso clama justicia. La familia de Celia ha subsidiado a los afectados. Los abogados luchan por el bien de sus clientes. La justicia se asoma, pero la muerte y la impudencia ya han vencido.La cárcel a cambio de una noche de juerga; un trueque desequilibrado
Por: Hugo Pacheco
La familia roquera más famosa de México implicada en un caso de asesinato imprudencial El silencio de la noche y la gélida brisa con que la alborada amenaza en surgir, mezclándose. Viernes siete de mayo, 4:45 hrs. La calma era violada por el estrépito sonido de dos autos colapsando sobre la calle Galeana, en la colonia San Ángel Inn. Un Volvo color negro con el número de matrícula 748SKR impactó en la parte trasera a una camioneta blanca Pick Up. Tensión en la conductora, terror en el conductor. La muerte acechando, esperando paciente su turno. Pedro Corona Ávalos, con 34 años de edad y cuatro hijos, yacía en la banqueta con la vida hecha trizas. Desde una caseta pública, fue la última llamada telefónica que realizó; antes de ser devorado por la defensa metálica de la Pick Up blanca. La ambulancia gimiendo por los carriles centrales del Periférico Sur, la vida pendiendo de un hilo. Tristeza, dolor, recuerdos. No hay otro culpable sino el alcohol.
Minutos antes, una joven de 26 años, daba el último sorbo a su copa, se despedía de sus amigos y salía del antro. Tambaleándose, como unos testigos aseguran. Giraba la llave y su auto rugía en la madrugada aún adolescente. “La camioneta salió de la nada, con los faros apagados, fui directo a ella y me impacté, fue un accidente”, mentira. La camioneta estaba estacionada, su conductor, Rubén Nicolás Uresti esperaba a que su amigo hiciera una llamada, con destino al cielo. Uresti no vio el carro, pero sus huesos sí lo sintieron. Cuestión de segundos y el alcohol cobró la deuda. La vida de un hombre corriendo hacia la muerte, su compañero, herido; la joven conductora, somnolienta, sedada, su vida intacta. Su nombre, Celia Eloísa Lora García.
El transcurso al hospital de Xoco fue interminable. Los segundos transcurriendo como minutos, el aire escapándose en cada exhalación. Alrededor de las 13:00 hrs de aquel viernes, Corona Ávalos, en su cama vestida de blanco y con un nudo en la garganta, abandonaba a sus cuatro hijos, dos de ellos gemelos y esposa, acobijado por su recuerdo. Mientras tanto, Celia Lora permanecía en la agencia de Coordinación AOB-3 de la Procuraduría General de Justicia. Alex Lora y su domadora dormitaban aún. La noticia les heló el alma.
La PGJDF, aquel 8 de mayo, dio a conocer que la hija del famoso cantante de rock estaba acusada de homicidio culposo y daño a la propiedad. De su padre, ni una palabra. Permanecería en ese ambiente hostil, con su rostro sumergido en el estupor, hasta el día de las madres. Obtendría la libertad bajo las reservas de la ley y ante la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre la reparación del daño con la familia del difunto Corona Ávalos. Las mieles de la libertad no durarían mucho tiempo. El retraso se debió a la carencia de agilidad pericial que la PGJDF tuvo. Hasta ese lunes, era imposible determinar la responsabilidad culposa de los involucrados. Celia Lora y Rubén Uresti, conductor de la Pick Up, se reservaron su derecho a declarar. Pero existía un detalle que ni la Procuraduría podía ignorar. Lora dio positivo en las pruebas químicas de consumo de alcohol, por ello, permaneció detenida por el cargo de homicidio imprudencial.
El Tri, con 42 años de carrera musical, cinco nominaciones al Grammy Latino y 30 millones de discos vendidos, nada podía hacer. Alex Lora se negaba a declarar, era innecesario agitar más las aguas del ya incierto futuro de su hija.
Dos días más tarde, Celia declaraba que ella conducía el Volvo negro que causó la muerte a un hombre. El procurador Miguel Ángel Mancera dio a conocer los datos, nadie ponía en duda la responsabilidad de Celia, pero Mancera afirmaba que en el momento de la detención ella se encontraba en el asiento del copiloto. El proceso se alargaba por pruebas superfluas. Los hechos hablaban por sí mismos.
Dos días más tarde, Celia declaraba que ella conducía el Volvo negro que causó la muerte a un hombre. El procurador Miguel Ángel Mancera dio a conocer los datos, nadie ponía en duda la responsabilidad de Celia, pero Mancera afirmaba que en el momento de la detención ella se encontraba en el asiento del copiloto. El proceso se alargaba por pruebas superfluas. Los hechos hablaban por sí mismos.
“Para nosotros también es una terrible desgracia que nuestra hija pueda perder su libertad por la presión pública que se ha ejercido, haciéndola culpable de los hechos pasando por alto que hay otro posible responsable”, declaraba por fin el rockero más famoso de México. Jueves 13 de mayo. Los medios vueltos locos por el incidente. El delito de homicidio culposo alcanzaba fianza, sin embargo, con el agravante que significa el que conducía en estado de ebriedad, sería el juez quien determinara si alcanzaba fianza o si se reclasificaba el delito.
La familia de Celia, comenzaba a creer que era injusto el que tuvieran en arraigo a su hija. Los medios la calificaban de asesina, drogadicta y alcohólica. Por Internet las ofensas eran aún más fuertes. La vida de la familia Lora era un caos. La causa, imprudencia mezclada con alcohol. El ambiente, tenso. La opinión pública satanizaba el hecho. A la PGJDF le llovían preguntas. Y Alex Lora por fin hablaba “nuestra hija, no es más que una muchacha como cualquier otra... pero desgraciadamente su cruel destino la situó en este lamentable, irreparable y desafortunado accidente... porque parece ser que su único pecado es ser hija de Alex Lora”.
Un día más tarde, el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF), Edgar Elías Azar, confirmaba que el delito de homicidio culposo agravado que se imputaba a Celia Lora García no alcanzaba el beneficio de la libertad bajo fianza. El expediente de la consignación del caso era canalizado por el Juzgado 30 en Materia Penal, donde se resolvería si se tramitaba la orden de aprehensión en contra de Celia.
Con 26 años, la vida pareciera interminable. Pero el alcohol se encarga de cambiar el destino. Las fuentes del TSJDF, aseguraban que en caso de girarse la orden de aprehensión, la joven podría abreviar el proceso al acudir voluntariamente al juzgado, reconocer su culpabilidad y que su defensa solicitara de inmediato el dictado de la sentencia. La juez Celia Marín Sasaki tenía seis días para decidir si se le dada orden de aprensión a la acusada. Mientras tanto, el abogado de la familia afectaba, Guillermo Torres Rabadán aún no pedía dinero a los Lora. María del Carmen Medina, esposa del difunto, lavaba sus penas ante la juez, quien le comunicaba que eran necesarios esos seis días de espera para tener una decisión sólida y convincente. La viuda esperaba la inquietante decisión. Sus hijos, aferrados al ataúd de su padre, le gritaban “no te vayas papá, no nos dejes solos”. Una escena estremecedora. Una noche, una simple llamada, cuestión de segundos y la muerte, sigilosa y confusa, era la protagonista.
17 de mayo,” la Procuraduría Capitalina benefició a Celia Lora, hija del cantante Alejandro Lora, para que pudiera quedar en libertad”, dijo la defensa de la familia de Pedro Ávalos. Guillermo Torres Rabadán, abogado de la viuda de Ávalos, comento lo anterior, además de que el Ministerio Público actuó de manera que fuera beneficiada la hija del cantante de rock. El escándalo refulgía en el ambiente. La verdad era para la sociedad, obvia; pero había que realizar el proceso legal, la justicia mexicana debía de hablar. Celia Lora limpiaba su tensa tez repleta de sudor, todo parecía una pesadilla y este se asemejaba a un posible final. Ella libre, la familia sin padre pero indemnizada, buen final, pensaba.
La opinión pública criticaba el papel de las autoridades ministeriales, quienes requirieron de más tiempo para contar con los resultados del examen de ebriedad practicado a Celia. En vez de conocerse el resultado en 24 horas que es lo común, requirió más de 72, con lo cual la acusada tuvo que ser puesta en libertad bajo las reservas de ley. “Hay un certificado de un médico legista que dice que sólo tenía aliento etílico, y sin embargo le dieron seis horas de recuperación, porque la verdad es que ella iba cayéndose de borracha”, dijo el abogado de la familia de Ávalos. Si después de beber una cantidad razonable de alcohol se realizara una prueba, el resultado sería verídico, pero si a Celia le dieron cerca de 72 horas para que se recuperara, los resultados, sin duda, cambian dramáticamente. Por ello se llegó a pensar en la influencia de la hija del rockero. Era evidente que era una injusta suerte la de Pedro Ávalos, pero con un proceso legal que comenzaba a presentar lagunas, era necesario alzar la voz.
“No condenen a mi hija”. Alex Lora, una triste pintura. La presión sobre la joven. Su abogado tratando de fraguar un plan concreto y creíble para sacar del embrollo a su clienta. La opción, escudriñar la ley en busca de alguna salida. Por ello, el abogado Rafael Martínez Treviño informó: “Interpuse una demanda de amparo federal, haciendo ver una inconstitucionalidad de ley, en virtud de que el Código Penal no contempla los grados de alcohol en la sangre y la orina, a diferencia de otros códigos penales, en los que se establece plenamente el grado de ebriedad, con los grados específicos en sangre y orina”.
“No condenen a mi hija”. Alex Lora, una triste pintura. La presión sobre la joven. Su abogado tratando de fraguar un plan concreto y creíble para sacar del embrollo a su clienta. La opción, escudriñar la ley en busca de alguna salida. Por ello, el abogado Rafael Martínez Treviño informó: “Interpuse una demanda de amparo federal, haciendo ver una inconstitucionalidad de ley, en virtud de que el Código Penal no contempla los grados de alcohol en la sangre y la orina, a diferencia de otros códigos penales, en los que se establece plenamente el grado de ebriedad, con los grados específicos en sangre y orina”.
El rostro de Celia es de sorpresa, se ve aparentemente arrepentida de sus actos, pero sabe que pisar la cárcel no es una maravillosa experiencia. Según su abogado, lo que se busca es quitar el agravante para que no ingrese al Centro de Readaptación de Santa Martha Acatitla.
El presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF), Édgar Elias Azar Indicó que aunque haya una reparación de daño pactada, la hija de Alex Lora sí pisaría la cárcel. “Lo que hace es cubrir la reparación del daño (980 mil pesos) Celia Lora tiene que ingresar forzosamente para poder llevar a cabo todo el procedimiento”. Obligatorio, de cajón, un trámite lúgubre para los Lora. México, patria a quien sus letras dedican, ahora está en su contra. La justicia parece haber hablado, pero no es su favor.
La prueba del alcohol no funcionó. Pero el día 20, Celia aseguró que la camioneta le salió de frente de manera intempestiva y con las luces apagadas, por lo que no alcanzó a frenar a pesar de circular a una velocidad de 40 kilómetros por hora. Fue trasladada al Centro de Readaptación Social Santa Martha Acatitla, y luego fue llevada ante la juez 30 penal, Celia Marín Sasaki. Se presentó detrás de la rejilla de prácticas del juzgado penal, tal como sucede con todos los acusados. Se dijo inocente.
El sabor metálico de los barrotes tras la barandilla de prácticas en Santa Martha. A Celia Lora la daña el tiempo, y el recuerdo. Como una “desgracia familiar” calificó el rockero Alex Lora el que la jueza 30 de lo Penal, Celia Marín Sasaki, dictara auto de formal prisión en contra de Celia Elvira Lora, por el delito de homicidio culposo agravado. Martes 25 de mayo. Con esta decisión judicial, la joven, de 26 años, tendrá que pasar su proceso internada en el Centro Femenil de Santa Martha Acatitla. Al día siguiente la familia Lora se encontró con la trágica noticia no sólo de que su hija iba a llevar su proceso penal dentro de Santa Martha, sino que será reubicada con la población del penal. La joven será trasladada a un dormitorio del área de población general del penal femenil.
La ley es clara, no discrimina entre el rico y el pobre. La hija de la pareja rocanrolera más famosa de México, hoy es tachada de criminal y asesina. Hace apenas tres semanas, la vida era distinta. Para ella y para la familia del difunto Pedro Corona Ávalos. Hoy sus cuatro hijos rezan por su descanso, su esposa es un ser devastado por la tristeza y el odio. Celia quisiera nunca haber pisado el acelerador, pero la vida, más que la ley, es justa.
En las próximas horas, Celia Lora tendrá una habitación como nunca la soñó. Tres estrechas paredes y una reja serán sus compañeras. La cárcel, ese espacio donde los recuerdos atrofian la mente de los inculpados, donde la demencia se pasea cada noche y roza con su fría y delgada mano los barrotes; es hoy el hogar de una joven que lo tenía todo. Fama, dinero, libertad. Que hoy desearía darlo todo por esta última. Libertad.